La mejor droga del mundo

Ni la cocaína, ni la heroína, ni el cannabis, ni el alcohol, ni el tabaco, ni la Ketamina, ni el MDMA, ni la ayahuasca o el peyote, ni el LSD, ni los opiáceos, ni los químicos: la mejor droga del mundo son los halagos.

Y halagos son lo que nos ofrece Juan Antonio Moreno Rodríguez a un buen puñado de cortometrajistas españoles en su libro Miradas en corto: Un lustro para la consolidación del cortometraje español, tras publicar en 2009 Cine en corto: una aproximación a los últimos cortometrajes españoles.

Miradasencorto

Siguiendo la senda del famoso crítico francés André Bazín, el autor ejerce una crítica constructiva en la que desvela lo mejor de 84 cortos (72 de los últimos cinco años, y 12 de años anteriores rescatados en esta segunda entrega), además de hacer un análisis general y apasionado de la situación del cortometraje español.

Hemos tenido la suerte de que uno de esos cortos sea En la próxima parada, pero además me ha alegrado mucho leer las críticas sobre cortos en los que he participado como equipo técnico, como The End, de Eduardo Chapero-Jackson, y Adiós, muñeca, de Ugo Sanz, pero también cortos de buenos amigos, como Camas, de Manuela Moreno, y Juan con miedo, de Daniel Romero.

¿Y qué ha dicho Juan Antonio Moreno sobre el trabajo de un servidor y el equipo de En la próxima parada? 

«[…] Es una hermosa historia de amor que gira en torno a la desaparición de una agenda, que será la causante de una relación largamente deseada. Este objeto se convierte en el origen de un sueño, en la esperanza de un nuevo rumbo vital para un hombre que recorre las calles de la ciudad con cierta desesperanza.

La pieza se apoya también en otros elementos cinematográficos, que adquieren una presencia fundamental. Uno de ellos es la fotografía en blanco y negro de Álvaro Martín Blanco, que da ricos matices a ese lugar deshabitado y frío emocionalmente en que se convierte a menudo la urbe. El otro es la música, con canciones de Medelia, Brian Hunt, The Not Knowing y The Singer Not The Song, acompañado en directo por Charlie Bautista.

No obstante, donde recae el peso de este metraje es en sus protagonistas. Rafa Ordorika da vida a un personaje ciertamente obtuso pero su buena labor en la creación de este atribulado hombre atrae la atención del espectador, que se identifica con un perdedor al que el azar ha invitado a su fiesta.

En cuanto a Teresa Hurtado de Ory, añade otra rutilante composición a su currículum. La profundidad de su mirada traspasa la pantalla, enriqueciendo con naturalidad una obra que crece con la excelente química que se crea entre ambos actores.

A destacar también la aparición gozosa de Manuela Burló, que aporta la frescura de un personaje desinhibido.

Pérez traslada la emoción que se transpira en cada fotograma. El control del tempo narrativo, así como la estética de las imágenes dan como resultado un cortometraje sólido en todos sus aspectos.

De esa elegante cadencia visual y de la abigarrada construcción de los personajes, se nutre una aventura que recorre los trayectos esquivos y solitarios de esta pareja que cruza sus destinos y que se agarra con fuerza a la simbólica parada de autobús, que puede reconducir sus vidas».

Así da gusto hacer cortos, oiga.  En nombre de todo mi equipo, muchas gracias, Juan Antonio. Es usted el mejor camello que he tenido nunca, y sus palabras son la mejor droga del mundo.

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