Los Goya son como Gran Hermano

Desde que ayer se dieran a conocer las nominaciones de los próximos premios Goya, he leído en Facebook todo tipo de desacuerdos y alguna pataleta que otra. Es normal: los Goya, al igual que cualquier concurso, nunca dejan contento a todo el mundo.

Es cierto que los nominados de este año están en su mayoría relacionados directa o indirectamente con el Presidente de la Academia, Álex de la Iglesia, que precisamente ha sido el que atesora un mayor número de candidaturas. Pero, ¿de verdad es esto tan extraño? Álex fue elegido democráticamente por los académicos, y son éstos los encargados de decidir quién opta a los premios, así que por extensión, aquellos que le votaron para ser presidente, son votantes potenciales de su película.

Y esto a muchos nos parece injusto, porque Balada triste de trompeta (15 nominaciones), al menos para mí, no es ni de lejos la mejor película española del año. En su favor hay que decir que tiene una estética muy lograda por parte del equipo técnico. Pero eso no es suficiente: desde mi punto de vista, la historia hace aguas desde el guión, hay secuencias cuyo montaje me hizo revolverme en la butaca, y las interpretaciones de Carolina Bang y Terele Pávez creo que no están a la altura de otras actrices que este año deberían haber estado nominadas.

Pensemos ahora en otra competición con nominaciones: Gran Hermano. En este reality-show, estar nominado es una mala noticia. Y aquellos que tienen más amigos y popularidad, consiguen librarse de estar nominados. ¿Y esto qué tiene que ver? Pues que en los Goya, al igual que en la vida y en Gran Hermano, quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Y quien tiene más amigos, se lleva el gato al agua. No se trata de enchufe, sino de sentido común.

Hagamos un ejercicio de honestidad: si fueseis académicos y un amigo vuestro optase a estar nominado, ¿no le daríais vuestro voto? Pues eso es lo que pasa casi todos los años, excepto en contadas ocasiones, como el año que dio la sorpresa La soledad de Jaime Rosales.

Obviamente no he visto ni una cuarta parte de las películas españolas estrenadas este año, pero voy a citar tres casos que me gustaría que hubiesen tenido mayor suerte:

1 – Bon Appétit (historias de amigos que se besan). Está nominada a Mejor Dirección Novel, pero podría haberlo estado también a Mejor película, Guión, o Actor Protagonista (Unax Ugalde). De acuerdo, esto es muy subjetivo porque es el tipo de historia que más me gusta. Sigamos.

2 – Mireia Vilapuig. No he visto todavía Héroes (ganadora del Premio del Público en el Festival de Málaga de Cine Español), pero si en toda la película Mireia está a la altura de esta secuencia, debería estar nominada a Mejor Actriz Revelación en lugar de Carolina Bang.

3 – La historia de siempre. Aunque no es un cortometraje que a mí me guste especialmente, ha sido uno de los grandes triunfadores en el circuito español en 2010. Sin embargo, que no esté nominado no me pilla por sorpresa. Sin ir más lejos, 7:35 de la mañana y Éramos pocos no estuvieron nominados a los Goya y luego llegaron a los Óscar, así que está más que demostrado que el sistema de nominaciones que tiene la Academia con los cortos no suele ser un reflejo del verdadero panorama español de cortometrajes.

El que sí está es el que para mí era el gran favorito antes incluso de estar nominado: El orden de las cosas. Ojo, este corto me gusta pero no me fascina. ¿Por qué era favorito entonces? Porque tiene un reparto muy conocido (eso siempre ayuda a que por lo menos los académicos lo vean), trata el tan manido tema de los malos tratos de una forma original, y tiene una dirección de arte y una fotografía (a cargo de Tom Connole) impresionantes.

Y eso es todo, amigos. Ahora, a esperar al 13 de febrero a ver quién gana más cabezones. Mi predicción: que los académicos van a intentar relanzar la mala carrera comercial de Balada triste de trompeta a base de Goyas. ¿Y qué es lo peor de todo esto? Que no ayuda en absoluto a cambiar la imagen que tiene de nuestro cine el público español.

Antes de que alguien se enerve, aviso: me parece elogiable la labor de Álex de la Iglesia como Presidente, y me gustan bastante algunas de sus películas, pero no me gusta Balada triste de trompeta. Aunque bueno, si Tarantino dice que la película parte la pana, algo tendrá, así que os aconsejo ir al cine a verla. Esto es sólo la opinión de un cortometrajista que ni siquiera podrá optar a los Goya el año que viene porque aún no sabe lo que es tener un trabajo en 35mm.

Por favor, que llegue ya el cine digital. Pero que llegue de verdad, no solo a los multicines.

3 comentarios sobre «Los Goya son como Gran Hermano»

  1. 100% de acuerdo.
    Doy fe de que la interpretación de Mireia Vilapuig le da tres patadas a Carolina Bang haga lo que haga. Y a Bon Appétit no la han dejado donde se merece 🙁

  2. Hola!

    Yo también he escrito un artículo en mi blog con mis comentarios sobre las nominaciones. En general, me han decepcionado un poco, y echo de menos muchas candidaturas. En concreto, mi enfado viene por parte del olvido de la última película de Achero Mañas, todo lo que tú quieras, que me pareció un peliculón y al parecer ha pasado totalmente desapercibida.

    Pero bueno! Ya veremos cómo acaban los premios.

  3. Estoy de acuerdo con este acertado articulo en un 95 por ciento. Creo que la reflexión que haces esta justificada e intenta ser lo mas objetiva posible. Desde luego yo he echado de menos otras peliculas en las nominaciones, unas peliculas que aunque pueden no ser perfectas poseen muchas más virtudes que BTDT, como por ejemplo: Bon Apettit, Planes para mañana, o Pajaros de Papel. Y por supuesto reivindico desde aqui a una de las mjeores comedias de este año:18 comidas.

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